REAL MONASTERIO DE SAN VICTORIÁN, CONSIDERADO BIEN DE INTERÉS CULTURAL

Situado a los pies de la Peña Montañesa, San Victorián es considerado por expertos e historiadores el más antiguo de España, del siglo VI, (actualmente se encuentra en fase de restauración). Se puede acceder a él desde Laspuña y desde Ainsa y una vez allí se aprecian unas vistas excepcionales.

REAL MONASTERIO DE SAN VICTORIÁN, CONSIDERADO BIEN DE INTERÉS CULTURAL

Situado a los pies de la Peña Montañesa, San Victorián es considerado por expertos e historiadores el más antiguo de España, del siglo VI, (actualmente se encuentra en fase de restauración). Se puede acceder a él desde Laspuña y desde Ainsa y una vez allí se aprecian unas vistas excepcionales.

EL MONASTERIO MÁS ANTIGUO DE ESPAÑA Y SU HISTORIA

El antiguo monasterio de San Victorián está considerado por los expertos e historiadores como el más antiguo de España. El antiguo monasterio fue distinguido y protegido, tal como reconoce uno de los últimos gobernadores del abadiado, por los reyes de todas las dinastías y los papados de todos los tiempos.

El obispo Fortunato escribía ya en el siglo VI haberlo regido por doce lustros el santo que mereció se sustituyera su nombre al de San Martín de Asán con que anteriormente se conocía la venerable casa dedicada como era a San Martín obispo y construida en el pueblo de Asán, hoy Los Molinos, lo cual hace datar su fundación a principios de dicho siglo.

Destruido el monasterio por los sarracenos, fue reedificado por el rey de Aragón don Sancho El Mayor, el cual con consejo de todos los próceres del reino, apostó por la introducción de monjes benedictinos. Fue escogido para capilla y sepulcro de monarcas aragoneses, panteón de varios monarcas. Ejerció jurisdicción en más de cincuenta pueblos. Las victorias de los reyes de Aragón se atribuyeron a las reliquias de San Victorián, allí veneradas, que eran conducidas por ellos al campo de batalla, cual arma poderosa contra las huestes agarenas. Su influencia y la de los monjes que allí habitaron hacían la ruta por la zona. Muestras y pruebas de sus trayectos son todavía evidentes. No en vano fue en este monasterio donde se reunieron Ramiro el Monje y Ramón de Berenguer IV para decidir los esponsales entre este último y doña Petronila, unión que posteriormente daría origen a la Corona de Aragón.

No obstante, el monasterio tiene su época oscura desde las invasiones musulmanas del siglo VIII hasta el año mil. Cuando los descendientes del rey Sancho el Mayor de Navarra inician la reconquista del reino de Sobrarbe, utilizan el apoyo ideológico del Monasterio. En la Alta Edad Media el monasterio pasa a la advocación de la regla de San Benito y al mismo tiempo el Abad recibe el privilegio de la Mitra, esto es, sólo reconoce en lo eclesiástico la autoridad del Papa y en lo terrenal depende directamente del Rey. El monasterio mantiene un enorme poder hasta la reforma de los obispados realizada por Felipe II a finales del siglo XVI. Por ello pierde la mitad de sus propiedades. A pesar del declive Felipe V destaca su importancia histórica y lo dota de una importante cantidad para reformar y ampliar la iglesia. Con la desamortización de Mendizábal en el siglo XIX desaparecerá la propiedad del monasterio a favor del Estado. Aquí comienza su verdadero declive.

Los monjes benedictinos de San Victorián, que en su época tuvieron una enorme influencia en todos los pueblos de su entorno y en la extensión cultural. Igualmente se pretende dar cuenta y reconstruir los trayectos de las famosas veneraciones a San Victorián, a las cuales confluían no sólo los vecinos de los pueblos del abadiado, sino de otros lugares muy alejados que requerían trayectos de varias semanas de duración.

La importancia de la ruta de los monjes y de las veneraciones llega hasta tal punto que es frecuente encontrarlas tanto en libros del Cabildo como en actas del Consejo. En ellas se puede encontrar las disposiciones señalando el número y personas que debían ir en comisión y juntarse a la de los demás pueblos que acudían en veneración a San Victorián (muchas veces en tiempo de sequía), el itinerario que debían seguir, el punto de reunión. La importancia de las veneraciones era tal que algunos historiadores llegan comparar estas peregrinaciones en parte con las jacobeas.

Los monjes, tanto los que vivían en el monasterio como los que estaban en casas de los núcleos cercanos (Los Molinos, El Pueyo, Araguás…) Tenían sus criados y sirvientes propios, con preocupaciones de cultivos y campos e incluso de administración de justicia. El monasterio y sus monjes sufrieron una lenta agonía propia de la situación histórica en el siglo XIX y XX, hasta el punto de uno de los obispos llegó a señalar: “Los monjes no se reúnen si no es para tomar acuerdos en contra del obispo”.

La desamortización, la guerra civil se tradujo en un desmantelamiento paulatino de todos sus valores y en un gran olvido de todo el legado cultural que dejaron los monjes y los propios habitantes vinculados al monasterio. Las rutas de sus peregrinajes pasaron al olvido. En su esplendor tuvo más de catorce altares en su interior. Incluso las tejas fueron sacadas de la cubierta para restaurar otras iglesias vecinas. Altares y retablos se repartieron por la zona: la sillería del coro está en la iglesia de Boltaña, el retablo de una
Capilla lateral en Latorrecilla, en Barbastro está el retablo principal y un buen número de documentos.

SU REHABILITACIÓN

El Monasterio de San Victorián ha recibido el impulso de las administraciones en varias fases. Hasta el momento se han invertido cerca de 200 millones de pesetas en su restauración, cantidad insuficiente por su valor histórico y por la situación en la que se encuentra. Todo el dinero aportado para su rehabilitación ha sido sufragado por el Ministerio de Cultura. 50 millones de pesetas invirtió el Gobierno central en 1992. Posteriormente en el año 2000, 2001 y 2002 el Gobierno central invirtió 130 millones de pesetas. La DGA ha licitado ahora obras en el Monasterio –las primeras aportaciones del Gobierno de Aragón en su historia- por valor de 20 millones de pesetas para acometer la restauración de la entrada, la torre y el claustro. Los trabajos de restauración han sido posible gracias al impulso desde el Ayuntamiento y al apoyo de forma desinteresada de mucha gente, entre ellos una amplia representación de los medios de comunicación aragoneses y de otros que aman la historia y como tal se han volcado en apoyo del monasterio

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